Viajan por el país cosechando limones, frutillas, arándanos o sandías. También tomates, morrones o pimientos. Duermen en galpones o en alguna habitación que les proveen los productores. Ganan entre 1500 y 3500 pesos diarios, según lo que cosechen, pero nunca llegan a cubrir la canasta básica.
Frutillas, tomates y limones -entre otras cosas-, todo pasó por sus manos. Si bien no hay datos exactos se calcula que hay 350 mil trabajadores golondrinas en la Argentina. Son quienes, como las aves de paso, van de campo en campo buscando sustento. Aprovechando las estaciones, están ahí donde hay trabajo.
Ellos trabajan de sol a sol. Y más. Antes de que amanezca un micro los pasa a buscar o se suben a un camión, o el más suertudo a una moto para llegar al campo. Otros se albergan por la noche en algún galpón, o en un refugio o habitación que pueda proveerles el dueño del campo.
Un trabajo duro y mal pago
Es así como un día pueden estar cosechando limones, frutillas o arándanos en Corrientes, y a la semana siguiente sandías en Buenos Aires o tabaco en Salta. Son los mismos que cuando les da el cuero llegan hasta el Alto Valle de Río Negro para la cosecha de la manzana y la pera.
Se trabaja muchas horas y muchos días a la semana, porque la paga no les rinde como antes. Lo que menos deja es el tomate o las verduras de invernadero como el morrón o los pimientos, cuya jornada de trabajo cotiza alrededor de los 1500 pesos.
