El Gobierno atraviesa su peor crisis. Todo apunta a un sistema de recaudación manejado por la hermana del Presidente. Testigos y denuncias.
En el arranque del 2019, Javier Milei tomó una drástica decisión. Como todo lo que venía pasando desde que murió su “hijo” de cuatro patas, más de un año, antes, no había sido premeditada. Pero había llegado el punto en que su departamento en el Abasto había quedado chico para los cinco clones del mastín inglés, que llegan a pesar 100 kilos, que había encargado en un laboratorio de Estados Unidos.
Entonces, hizo derribar un cuarto, un baño y la cocina, para transformar su hogar en un gran living para los animales. Desde entonces, desde que empezó a vivir en una casa sin un horno ni ningún elemento para preparar comida, Karina Milei se encargó de poner el plato arriba de la mesa. Literalmente, fue la hermana menor quien le llevaba la comida casi a diario.
El primer paso para desenmarañar el escándalo internacional en que quedó envuelto el Presidente luego de que promocionara una criptomoneda no es analizarlo solamente como un hecho político o incluso de una supuesta ganancia económica.
El punto de partida es comprender el control total que tiene sobre el mandatario la menor de la familia, alguien que se encargaba de llevarle el alimento y que, según la periodista Victoria de Masi -que escribió un libro sobre ella-, hasta le ha llegado a “cortar la comida”. Karina maneja, con un poder monopólico, aspectos que cualquier adulto promedio resuelve por sí mismo. Uno de ellos, el más importante por estas horas en las que el Gobierno atraviesa la peor crisis de su administración, es la plata.
El Jefe
“Ella lleva mis números, históricamente. Y cuando paso demasiado tiempo haciendo política me dice ‘Los números no cierran, anda y laburá, y meté conferencias, porque los números no cierran’. O sea, con lo cual, o sea, me dice ‘pará, el chiste hasta acá está bien’, digamos, ‘y hasta acá se acabó la joda’”.
El que habla es Javier Milei, en junio del 2022, en una nota con su entonces conductora preferida, Viviana Canosa. Esa frase resume lo que pasaba con él ya siendo diputado, aunque era algo que venía de larga data. Ya antes de meterse en la política, cuando sólo era un economista marginal de los medios, era Karina Milei quien le manejaba la plata y quien, por ejemplo, se encargaba de pagarle las expensas.
El especialista en “crecimiento con o sin dinero” nunca fue, irónicamente, bueno para controlar el propio. Los pocos amigos que tenía el libertario en aquel momento aportan un dato adicional: que la hermana, a quien en aquel momento le costaba llegar a fin de mes con la venta de tortas, se quedaba con un 10 por ciento de lo que ganaba el hermano. El “diezmo” era para Moisés, como la llama él. Parecería que todo lo que pasó luego fue nada más que una historia que se volvió a repetir.
El último capítulo de esta novela es el de $Libra. El viernes 14, a las 19.01, Milei publicó un tuit -que compartió en la cuenta X y en su Instagram- donde decía: “La Argentina Liberal crece. Este proyecto privado se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos. El mundo quiere invertir en Argentina”. También adjuntó el número del contrato (una especie de CBU de las criptomonedas), el link al proyecto y fijó el tuit (es decir, que quedó destacado en su cuenta de X), algo que hizo por primera vez desde que es Presidente.
Ruta del dinero K(arina)
Cinco horas después lo borró, y aseguró que “no estaba interiorizado en los pormenores” del proyecto y que tampoco tiene “vinculación alguna”. En el medio de ambas publicaciones sucedió el terremoto más grande de su administración: un grupo muy reducido de personas, gracias a lo que aparenta ser información privilegiada, ganaron entre 90 y 180 millones de dólares, mientras que el resto -hay cálculos que van desde las 40 a las 70 mil personas, mientras que el propio Presidente admite que fueron por lo menos 5 mil- perdió casi todo lo que puso.
El escándalo no sucedió sólo por el dineral que perdieron unos y que ganaron otros. Sino también porque rápidamente quedó demostrado que, a contramano de lo que aseguraba Milei, sí estaba “interiorizado” en el asunto.
Aparecieron fotos suyas junto a los dos desarrolladores de la moneda: el estadounidense Hayden Davis (el 30 de enero, un tuit que subió el propio libertario donde contaba que este joven de 28 años lo había asesorado sobre “tecnología blockchain e inteligencia artificial”) y el singapurense Julian Peh (el 19 de octubre, en un salón del Hotel Libertador, mientras que el 7 de diciembre Milei retuiteó un posteo suyo, lo que le permitió subir el precio de uno de sus activos en un 20 por ciento).
Ese vínculo con el Gobierno quedó también demostrado luego del escándalo por el propio Davis. En una entrevista que dio en Estados Unidos el domingo 16, adelantó la nota que iba a dar Milei al día siguiente, y luego un mensaje que el periodista Hugo Alconada Mon le había mandado a su celular fue filtrado en las redes por una cuenta asociada a Santiago Caputo.
El episodio, que ya está en la Justicia argentina y en la estadounidense, volvió a poner el foco sobre un tema que este medio viene investigando desde hace tiempo: las oscuras cuentas de los Milei. Hay una primera pregunta evidente: ¿el Presidente o su entorno cobraron por promocionar $Libra? Hay varios elementos para pensar que sí.
El primero es la coordinación: Milei publicó el tuit tres minutos después de que $Libra fuera creada, acción sin la cual la criptomoneda no hubiera valido un solo centavo. No sólo eso, sino que fijó el tuit durante cinco horas, algo que jamás había hecho como mandatario, y que, según contaron varios influencers que cobraron por promocionar activos digitales, es un paso usual en este tipo de negocios.
Davis, en las entrevistas que dio, habló de un “acuerdo”, del cual dijo tener “documentos”, que consistía en tres pasos: ese primer tuit, otro que iba a incluir un video del libertario y un tercero donde personas relevantes iban a difundirlo también.
Lo último se cumplió en parte, ya que, antes de que Milei diera marcha atrás, Lilia Lemoine, Martín Menem, José Luis Espert y Agustín Laje, entre otros, lo compartieron en sus cuentas. Según CoinDesk, el sitio más prestigioso de este rubro, Davis aseguró en una conversación privada que le había pagado a Karina Milei, y que gracias a eso controlaba a “ese negro” (en referencia al Presidente), algo que luego su vocero desmintió en ese mismo sitio.
Lo de un supuesto pago apareció también en boca de Diógenes Casares, hijo de Wenceslao, uno de los empresarios cripto más famosos del mundo. Diógenes contó que le habían avisando con anticipación que se venía $Libra, y que también sabía que “alguien” del entorno de Milei había cobrado 5 millones de dólares por la promoción. ¿Ese “alguien” puede ser otro que Karina? Esto lo reveló el periodista Alejandro Bercovich, que también mostró el borrador de un contrato que vinculaba a Davis con los Milei.
La plata sucia en este escándalo volvió a aparecer luego por otra voz autorizada en el mundo tecnológico, el empresario estadounidense Charles Hoskinson, cofundador de Ethereum, la segunda moneda virtual más famosa del mundo luego de Bitcoin. Según dijo Hoskinson, que se declaró simpatizante de Milei, “personas” cercanas al Presidente le pidieron “algo” (mientras hacía el gesto de billetes) a cambio de reunirlo con el Presidente. Este es un viejo modus operandi de La Libertad Avanza.
Oscuridad
Augusto Grinner es un influencer -conocido como “De Peroncho” en las redes- que fue parte de la línea fundadora del espacio libertario y asesor personal de Milei. Cuenta que en el 2022 le avisó a Milei que Carlos Kikuchi (el entonces armador y mano derecha de Karina Milei) había estado pidiendo plata a empresarios de Santa Fe y Tucumán para “reunirse”. Milei, en chats a los que accedió esta revista, le contestó que esos eran “chusmeríos” y lo mandó a hablar con “Kary”.