Magalí Rebollo, jefa de Clínica en una sala de internación del Hospital Garrahan, rompió el silencio en una entrevista radial y puso en palabras una realidad que golpea cada vez más fuerte: la precarización del personal de salud.
Durante una charla con Radio Rivadavia AM 630, Rebollo describió con emoción y firmeza las duras condiciones que enfrentan médicos y trabajadores en uno de los centros pediátricos más reconocidos de la región. Su testimonio refleja el hartazgo de quienes dedican su vida a cuidar la de los demás, pero que hoy trabajan en condiciones cada vez más desfavorables.
“Un pediatra especialista con jornada completa puede llegar a cobrar $1.800.000 mensuales, mientras que la hora de guardia —fundamental para el funcionamiento del hospital— se paga apenas $6.000, cuando en otros centros ronda entre $18.000 y $30.000”, detalló Rebollo. Y agregó: “Esto no es solo un reclamo de residentes. Hablamos de médicos con años de formación y experiencia”.
Más allá de las cifras, la médica llevó el foco al aspecto humano: “Trabajo con chicos inmunosuprimidos, con enfermedades oncológicas. Son bebés, nenes muy pequeños que están internados hace meses. Cada uno requiere una atención integral que involucra a múltiples profesionales. Eso no se sostiene solo con ganas, se necesitan recursos reales”.
Con palabras sentidas, explicó lo que implica el día a día en su sala: “Esos chicos, cuando te ven, piensan que los vas a lastimar. Hay que ganarse su confianza, acompañarlos, curarlos. No se puede improvisar. Todo se discute en equipo, se evalúa cada paso. La responsabilidad es inmensa y necesitamos que se refleje en nuestros salarios”.
Rebollo también compartió un fragmento íntimo de su vida: “A los 16 me diagnosticaron una malformación pulmonar. Estuve internada mucho tiempo. La medicina me salvó la vida y me marcó el camino. Por eso estoy acá. Pero cada vez es más difícil seguir adelante”.
Sobre los dichos del gobierno que minimizaron la proporción de personal asistencial en el hospital, fue contundente: “Es mentira. El 68% del equipo del Garrahan tiene contacto directo con pacientes. No se trata de planillas: cada número es un niño, una historia, una familia”.
La médica cerró su mensaje con una advertencia y un pedido: “Damos mucho más de lo que nos exigen porque creemos en lo que hacemos, pero eso ya no alcanza. Si no se mejora la situación, si no se protege al personal de salud, vamos a perder el nivel de excelencia que siempre tuvo el Garrahan. Y eso lo va a sentir todo el país. Nadie recortaría en salud si se tratara de su propio hijo. No se puede escatimar cuando hablamos de vidas”.
