Nicolás Sabo recordó el asesinato de Roberto, su papá, ocurrido en 2021 en Ramos Mejía. “Disfruté de mi viejo y entendí que se trata de aprovechar los momentos y ser feliz ese ratito”, dijo a TN.

El 7 de noviembre de 2021, Roberto Sabo recibió tres balazos luego de que un delincuente le robara dinero mientras atendía su kiosco familiar en Ramos Mejía. El 30 de agosto de 2022, la Justicia condenó a Leandro Suárez, el único acusado por el crimen, a cadena perpetua.
Para la familia de Roberto nada volvió a ser lo mismo: mientras sus padres evitan recordarlo en anécdotas, su esposa Patricia y su hijo Nicolás lo tienen presente cada vez que suben la persiana del mismo kiosco en el que fue abatido por $10.000.
Nicolás, de 27 años, transita un dolor que no sabe definir. A su papá le decía Robert, no papá. Un código entre ambos, compartido con su hermano menor, que aún le dibuja una sonrisa.
“No creo que termine nunca esto. Entendí que no hay días tristes o felices sino momentos. Quizá durante el día me acuerdo algo suyo y me da risa. Y a la noche recuerdo otra cosa y me pongo a llorar”, expresó Nicolás a TN.

“Aprendí a encontrar esos momentos y disfrutarlos. Disfruté de mi viejo y entendí que se trata de aprovechar los momentos y ser feliz ese ratito”, sostuvo.
“A casi dos años de la muerte de mi papá todo sigue igual. Es seguir viniendo a laburar, a veces bien, a veces mal. De mi parte siento que es como seguir el legado de mi viejo que era lo de él, lo que nos dejó. También hay mucho aprendizaje detrás de cómo manejar las cosas, cosas que pude aprender con mi viejo, cosas que no llegué a aprender”, indicó Nicolás.
La comparación del asesinato de Roberto Sabo y Morena Domínguez
Y agregó: “Lo de Morena sí lo relacioné con lo de mi viejo, más que nada por el caso de la impunidad con la que se manejaron al matar a alguien. Es inconcebible que un chabón que está laburando un domingo al mediodía, o una nena que está yendo al colegio al mediodía, tengan que vivir con miedo”.
En cuanto a la necesidad de continuar con el kiosco, Nicolás recordó que apenas ocurrió la muerte de su padre pensaron en cerrarlo de manera definitiva: “Hoy por hoy me toca manejarlo a mí, si se quiere, pero creo que sin la ayuda de toda la familia atrás sería muy difícil”.

“Las ganas de irse del país siempre están, tanto de parte mía como de mis dos hermanos que hoy trabajan. Siempre están. Desde un principio, lo primero que se dijo en la familia fue ‘cerremos el kiosko y vemos’. Pasaron 10 días sin abrir y bueno, tenemos que comer, hay que seguir laburando”, continuó el joven que comenzará a estudiar Abogacía en 2024.
“Me quedó la frase que me dijo mi vieja en uno de esos días: crecí 10 años en meses. Creo que hay mucho aprendizaje detrás de esto, tanto de lo personal como en lo laboral. A uno le queda claro que hay que dejar todo en la vida, porque evidentemente te podés ir de un minuto al otro”, reflexionó Nicolás.
