La histórica cooperativa láctea SanCor atraviesa una de las crisis más graves de su historia: sin un plan de salvataje concreto, con plantas paralizadas, salarios impagos y bajo una fuerte presión judicial.
Desde diciembre pasado, la empresa se encuentra en concurso de acreedores con una deuda que podría superar los 400 millones de dólares. Sin embargo, lejos de encontrar una salida, la situación parece estancada.
🔹 Sin contrato con Elcor ni ingresos asegurados
Pese a rumores sobre un acuerdo en marcha, SanCor admitió ante la Justicia que no hay ningún contrato firmado con la firma Elcor, productora de la marca Tonadita. Solo se realiza una prueba técnica en la planta de Devoto (Córdoba), sin compromiso alguno. El juez del concurso, Guillermo Valés, pidió explicaciones ante las versiones que hablaban de un acuerdo ya en funcionamiento.
🔹 Trabajadores sin cobrar y asambleas en pie de guerra
El gremio ATILRA denunció que el 90% de las plantas sigue inactivo y que los salarios están impagos desde antes del concurso. Exigen la convocatoria urgente a asambleas y anunciaron movilizaciones al juzgado de Rafaela. “No hay ningún plan de reactivación sobre la mesa”, advirtieron.
🔹 Acreedores en alerta: deuda laboral millonaria y causas penales
Aldo Regali, abogado de un grupo de acreedores, denunció que algunos trabajadores tienen deudas superiores a los $170 millones cada uno por sueldos y aportes retenidos. Además, reveló la existencia de causas penales por retención indebida y apuntó contra la falta de transparencia de los actuales directivos: “No se sabe quién toma las decisiones”.
🔹 Un concurso que no avanza y el fantasma de Vicentin
Ya cerró la etapa de verificación de créditos y se abrió la de impugnaciones. Sin embargo, SanCor no presentó un plan de reestructuración ni avanzó en negociaciones clave. “Estamos intentando evitar otro caso Vicentin, pero del otro lado hay silencio total”, alertó Regali.
Mientras crece la incertidumbre, trabajadores y productores temen quedar a la deriva si la cooperativa entra en quiebra. Solo el Estado y algunos acreedores privilegiados podrían recuperar algo de lo perdido.