La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, anunció con bombos y platillos la captura de Gustavo Alejandro Bruzzone, un narco prófugo acusado de intentar traficar 1.600 kilos de cocaína a Europa.
Lo describió como “pieza clave” del crimen organizado y uno de los 10 más buscados del país. Pero la celebración le duró poco.
Minutos después de su publicación en redes, aparecieron fotos, mensajes y pruebas incómodas: Bruzzone no solo no era un desconocido para Bullrich, sino que fue parte activa de su campaña presidencial en 2023. Militaba para ella, se sacó fotos con la ministra y hasta le agradeció públicamente —ya siendo ella funcionaria— por “ayudar a su madre” en un caso policial.
¿No lo conocía?
Según Bullrich, Bruzzone estaba prófugo desde hacía casi dos años. Sin embargo, en enero de 2024 le escribió a través de X (ex Twitter): “Mil gracias Patricia. Mi vieja está mejor y se está reponiendo del susto”. Todo en plena vigencia de la orden de captura.
En el PRO nadie da explicaciones. Algunos reconocen que el ahora detenido era “de la casa”, un visitante habitual de la sede partidaria en San Telmo. Otros, entre risas nerviosas, sugieren que “capaz arrestaron al Gustavo Bruzzone equivocado”.
Silencio oficial y fuego amigo
Mientras la ministra guarda silencio, la maquinaria tuitera de Santiago Caputo salió a embarrar la cancha: en vez de aclarar los vínculos de Bullrich con Bruzzone, se dedicaron a atacar a María Eugenia Talerico, ex titular de la UIF, por tener alguna relación virtual con el narco.
El escándalo recién empieza y deja una pregunta incómoda flotando en el aire: ¿Bullrich atrapó a un narco o cayó uno de los suyos?