Un informe revela que 6 de cada 10 alumnos de sexto grado sufrieron agresiones. La discriminación, el aislamiento y la falta de respuestas profundas por parte de las escuelas agravan el panorama.
Un reciente relevamiento del Observatorio de Argentinos por la Educación encendió las alarmas sobre el clima en las aulas: el 60% de los estudiantes de sexto grado dijo haber sido víctima de alguna forma de agresión, ya sea dentro del ámbito escolar o en redes sociales. Los datos, surgidos de los cuestionarios complementarios de la prueba Aprender 2023, muestran que el maltrato no es un hecho aislado, sino una constante preocupante desde la educación primaria.
Excluidos, incómodos y solos
Más allá del dato principal, el informe revela un entorno escolar cargado de contradicciones. Si bien muchos estudiantes aseguran sentirse contenidos por sus docentes, también:
El 56% se sintió excluido en algún momento
El 40% dijo haberse sentido incómodo o fuera de lugar
Y un 36% reconoció haberse sentido solo
A esto se suma un 36% que manifestó haber sido víctima de discriminación, cifra que crece en las escuelas estatales (42%) frente a las privadas (21%). Las causas más comunes de discriminación incluyen el aspecto físico, los gustos personales, la identidad de género, la ropa, las calificaciones y el lugar de nacimiento.
Las diferencias también son geográficas: mientras que en CABA el 26% de los chicos reportó haber sido discriminado, en Chaco ese número se eleva al 49%.
Una respuesta escolar limitada
Ante estas situaciones, las respuestas más frecuentes de las escuelas siguen siendo los mecanismos tradicionales: el diálogo con docentes y directivos (87%), notas a las familias (52%) y reuniones con los padres (51%). Sin embargo, prácticas más integrales y transformadoras, como talleres, actividades reparadoras o la intervención de equipos de orientación, son escasamente utilizadas.
“El clima escolar no es un complemento, es el núcleo de toda experiencia educativa”, advirtió Paola Zabala, directora de la Comunidad Antibullying Argentina. “No basta con contener el conflicto: hay que transformarlo en una oportunidad pedagógica”.
Miradas internacionales y desafíos locales
En otros países, programas como el Good School Toolkit en Uganda o Right To Play en Pakistán lograron reducir de forma significativa los niveles de violencia escolar. En América Latina, sin embargo, los enfoques integrales aún son limitados.
“Argentina debe avanzar hacia un nuevo paradigma”, sostuvo Alejandro Castro Santander, director del Observatorio de Convivencia Escolar de la UCA, quien subrayó la importancia de desarrollar habilidades socioemocionales y reemplazar el castigo por prácticas restaurativas que enseñen y reparen.
