La industria textil argentina atraviesa una de sus peores crisis de las últimas décadas: ventas en caída libre, producción en retroceso, despidos en aumento y una invasión de importaciones que duplicó los números del año pasado.
El combo se completa con una mala cosecha de algodón y la ofensiva de gigantes chinos del e-commerce como Shein y Temu, que copan el mercado con precios irrisorios.
Algodón de baja calidad, otro golpe a la cadena
El presidente de la Cámara Algodonera Argentina, Carlos Almiroty, reconoció que el clima adverso dejó una cosecha pobre y de baja calidad, lo que complica la producción local. Aunque Argentina produce suficiente algodón, la merma en la calidad llevó a las hilanderías a analizar la importación, aunque los altos costos la vuelven poco viable.
Shein y Temu pisan fuerte
Según la Cámara Argentina de Comercio Electrónico, un tercio de las compras internacionales digitales en 2025 ya llega desde China. AliExpress concentra el 15% de esas operaciones, Shein el 10% y Temu el 8%. La flexibilización de aranceles y el aumento del tope de compra por pedido hasta u$s3.000 dispararon los ingresos de productos.
En julio, los bienes ingresados por couriers marcaron un récord de u$s98 millones, sumando u$s408 millones en lo que va del año, casi el doble que en todo 2024.
El aluvión textil importado
La Fundación ProTejer advirtió que entre enero y julio de 2025 las importaciones de textiles crecieron 97% en volumen respecto al año anterior. El salto más fuerte estuvo en los bienes terminados: la ropa aumentó 123% y los artículos para el hogar, 195%. Para la entidad, la apertura comercial habilitó la entrada de productos asiáticos a precios de dumping, debilitando la industria local.
Ventas en baja y empleo en riesgo
El panorama en el sector es crítico: la mitad de las empresas textiles registró caídas de ventas en el segundo trimestre del año, con una baja promedio del 7% frente a 2024 y del 28% en comparación con 2023. La producción también retrocedió: un 12% menos en promedio, y hasta un 30% si se mide contra dos años atrás.
El empleo no quedó al margen: el 72% de las compañías redujo horas extras, cerró turnos o despidió personal. Seis de cada diez achicaron directamente sus plantillas, confirmando una contracción del trabajo industrial a nivel nacional.
