En la Rosada ya se resignaron: hasta octubre, la tensión cambiaria no afloja. Lejos de ofrecer certezas, el oficialismo prepara más parches y controles para tapar los agujeros del cepo, mientras admite en privado que el mercado siempre encuentra la forma de gambetear las restricciones.
El Banco Central ya prohibió a las billeteras virtuales acceder al dólar oficial, pero en los pasillos reconocen que todavía quedan rulos sin cerrar. Lo curioso es que, mientras se habla de más trabas, otra ala del Gobierno pide lo contrario: no seguir asfixiando al mercado para no terminar generando un rebote peor.
Interna sin brújula
La pelea es clara: más controles vs. menos controles. El problema es que ninguno de los dos caminos logra ofrecer una salida de fondo. Y mientras tanto, el tipo de cambio se convierte en el termómetro de la incertidumbre política que crece a medida que se acercan las elecciones.
Tasas bajas, consumo deprimido y sin plan
Economía insiste en mantener las tasas bajas para “impulsar el crédito y el consumo”, aunque la realidad muestra que la demanda interna sigue planchada y la confianza brilla por su ausencia. Ajustar las bandas cambiarias aparece como alternativa, pero nadie quiere asumir el costo político de tocar el dólar antes de octubre.
En síntesis: el Gobierno vuelve a apostar al corto plazo, con la mirada puesta en las urnas y no en la estabilidad de fondo.
