Un informe de la Fundación Pensar expuso un dato alarmante: cerca de 9 millones de argentinos se consideran de clase media, aunque menos de la mitad realmente tiene los ingresos que la definen.
Según explicó Mora Jozami, especialista en opinión pública, el ingreso necesario para pertenecer a la clase media —desde la baja hasta la alta— oscila entre 2,3 y 6 millones de pesos por hogar.
El estudio reveló una fuerte brecha entre percepción y realidad económica. Mientras el 65% de los encuestados se identifica como clase media, solo el 43% cumple con los criterios de ingresos.
“La clase media se sigue definiendo más por valores que por ingresos”, señaló Jozami en diálogo con Cadena 3 Rosario, y añadió que esta distorsión se da tanto en los sectores más altos como en los más bajos.
Además, el informe muestra un claro retroceso generacional: 4 de cada 10 argentinos creen que están peor que sus padres, y 6 de cada 10 aseguran que trabajan únicamente para subsistir, no para progresar.
“El trabajo dejó de ser un vehículo para crecer. Hoy es apenas una herramienta de supervivencia”, resumió Jozami.
La propiedad de una vivienda sigue siendo un símbolo de pertenencia a la clase media. Quienes lograron acceder a una casa propia, o envían a sus hijos a escuelas privadas de bajo costo, tienden a mantener esa autopercepción, incluso si sus ingresos no lo permiten.
Pese a todo, el estudio remarca que la desigualdad en Argentina aún no alcanza los niveles de países como Brasil o México. En la última década, la pobreza osciló entre el 25% y el 55%, mientras la clase media apenas varió un 6%.
“Es una clase que resiste. Cuando se pregunta qué palabra la define, no aparece el consumo, sino el trabajo, la lucha y la resiliencia”, concluyó Jozami.
