El 2025 trajo una novedad no tan bienvenida: el clásico “síndrome de diciembre” pasó a ser síndrome de noviembre. Actos escolares adelantados, fiestas laborales, cierres de actividades, cuentas que se acumulan y una economía inestable llevaron a muchas familias al límite antes de que empiece el último mes del año.
Un fin de año adelantado: agendas colapsadas y cansancio acumulado
La sensación de agotamiento que solía aparecer en los últimos días de diciembre se instaló desde octubre. Familias como la de Rafael y Clarise vienen sosteniendo semanas de actos escolares, disfraces, ensayos, exámenes, cenas y compromisos que no dan respiro.
“Todo se adelantó para evitar el estrés de diciembre, pero terminó siendo peor”, admite Clarise.
Los especialistas lo confirman. El médico Daniel López Rosetti señala que el último trimestre siempre muestra un pico de estrés, pero este año se potenció:
“Ya en octubre y noviembre se nota el impacto del cansancio acumulado”.
El psiquiatra José Eduardo Abadi suma otro factor: la velocidad posmoderna.
“La percepción de que el año pasó demasiado rápido genera la sensación de que no logramos darle densidad a lo que vivimos”.
A eso se agrega el ruido económico: dólar, inflación, anuncios y expectativas que aceleran la urgencia por saber “si todo va a salir bien”.
En sectores como eventos y organización de reuniones, la temporada alta comenzó antes. Empresas, colegios y clubes adelantaron encuentros para evitar el desborde habitual de diciembre. Y la vida digital tampoco ayuda: desde octubre, Navidad, Black Friday y Cyber Week instalan la idea de que el año ya terminó.
Cómo frenar cuando todo acelera
El estrés no es solo cansancio. También se expresa en irritabilidad, errores en el trabajo, dolores de cabeza y agotamiento extremo.
“Hay personas más vulnerables, y el cansancio acumulado genera un círculo vicioso”, advierte López Rosetti.
Los especialistas recomiendan:
Planificar con inteligencia emocional: separar lo urgente de lo que puede esperar.
Tomarse 15 minutos reales de ocio: sin celular ni pantallas.
Hacer una sola cosa por vez: evitar cargar la cabeza con lo que falta.
Pedir ayuda: delegar cuando sea necesario.
Asignar un momento del día para no hacer nada: aunque parezca imposible.
La coach Adriana Ceballos agrega que entender el estrés anticipado ayuda a frenarlo. La llamada “fatiga anticipatoria” —ese estado en el que el cuerpo acelera porque intuye el final del año— puede manejarse si se baja la autoexigencia y se organiza la agenda con criterio.