Alejandra “Locomotora” Oliveras falleció este lunes tras sufrir un accidente cerebrovascular isquémico en su casa. Fue seis veces campeona mundial y una referente indiscutida del boxeo argentino. Pero su historia trascendió los rings: su vida fue sinónimo de resiliencia, lucha contra la violencia de género y empoderamiento.
Nacida en Jujuy, la Locomotora no solo enfrentó rivales arriba del cuadrilátero. Desde muy joven padeció una realidad dura y violenta. A los 14 años quedó embarazada y comenzó a sufrir maltratos por parte de su pareja, incluso durante el embarazo. A los 15 fue madre, y la violencia no cesó. “Me pegaba mientras estaba embarazada, y también después que nació mi hijo. No entendía por qué. Pensaba: eso no es amor”, contó años después.
En ese contexto desesperante, Oliveras encontró en el deporte un refugio, una forma de defenderse y, con el tiempo, una razón para salir adelante. “La violencia de género fue lo que me llevó a aprender a defenderme”, relató. Sin gimnasios ni entrenadores cerca, entrenaba sola en su casa: flexiones, abdominales, sombras. Hasta que un día, cuando su agresor volvió a golpearla, ella respondió. “Lo esperé, cerré el puño y le pegué con toda mi fuerza. Cayó al suelo. Agarré a mi bebé y me fui. No volví nunca más”.
Inspirada por figuras como Mike Tyson, persiguió el sueño de ser boxeadora profesional. Y lo logró: fue campeona mundial en seis ocasiones, en distintas categorías (supergallo, pluma y ligero), con un récord de 33 victorias, 3 derrotas y 2 empates. Incluso recibió un récord Guinness por su hazaña.
Pero su legado fue mucho más allá de los títulos. Con los años, se convirtió en una voz potente contra la violencia de género y la desigualdad en el deporte. “Antes era normal que a una mujer le pegaran y nadie decía nada. Yo nunca acepté eso. Por eso luché, por eso salí adelante”, dijo en una entrevista.
La Locomotora vivió con una misión clara: ser un ejemplo de superación y un faro para otras mujeres. “Nadie nació para sufrir. Tenemos una sola vida y hay que pelear por ser feliz. Yo voy a seguir luchando por todas las mujeres del mundo, para que algún día seamos iguales”.
Hoy, el deporte y la sociedad despiden a una campeona de los guantes, pero también del coraje.