Con el empleo registrado estancado y el poder adquisitivo en caída libre, miles de argentinos encuentran en las plataformas digitales una salida rápida para generar ingresos. Sin embargo, lejos de ser una solución real, esta alternativa precariza aún más el mercado laboral.
Las apps de delivery, el comercio online y las redes sociales se convirtieron en terreno fértil para quienes necesitan trabajar, pero no consiguen un empleo formal. Según un informe del Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (CETyD) de la UNSAM, el fenómeno no para de crecer: entre 2013 y 2024, el pluriempleo pasó del 8% al 12%, mientras que los ingresos laborales acumulan una pérdida del 25% desde 2017.
Más trabajo, menos derechos
En el primer trimestre del año, la desocupación trepó al 7,9%, el nivel más alto desde 2021. En paralelo, el empleo privado registrado no logra salir del pozo tras la recesión iniciada en 2023. En este contexto, miles de trabajadores se volcaron a tareas independientes o informales: solo en el sector comercio se sumaron más de 160 mil personas, muchas de ellas vinculadas a ventas digitales. En hoteles y restaurantes, otros 200 mil trabajadores se incorporaron bajo esquemas informales o autónomos.
Plataformas como Rappi, PedidosYa o Mercado Libre ampliaron su presencia en el país, pero sus modelos de contratación refuerzan una lógica de precariedad. “El refugio en plataformas no alcanza a cubrir toda la demanda de ingresos. Amortigua parcialmente la desocupación, pero también consolida la precariedad”, advierte el informe del CETyD.
Flexibilización al servicio del ajuste
La reciente aprobación de la Ley Bases por parte del Congreso podría agravar aún más el problema. Al promover figuras como el monotributo y los “colaboradores independientes”, el nuevo marco legal avanza sobre los derechos laborales bajo la bandera de la flexibilización. Aunque ofrece cierta formalidad tributaria, no garantiza cobertura médica, indemnizaciones ni estabilidad.
El trabajo en plataformas, presentado muchas veces como símbolo de libertad y autonomía, se revela cada vez más como una respuesta desesperada frente al deterioro del empleo formal. Y en lugar de abrir nuevas oportunidades, profundiza la desigualdad y debilita el tejido laboral argentino.