A pocos días de las elecciones bonaerenses, el Ejecutivo intensificó su intervención en el mercado cambiario, vendiendo cerca de US$500 millones entre el martes y el viernes, según estimaciones privadas.
El riesgo país trepó por encima de los 900 puntos. (Foto: Redes)
El objetivo era frenar la suba del dólar y mostrar estabilidad, pero la estrategia dejó una señal de debilidad que encendió alertas sobre la sostenibilidad de la política económica.
Más de la mitad de esos dólares –unos US$280 millones– se vendieron en la última rueda antes de los comicios, en un mercado donde se operaron US$566,5 millones. Con esto, el Tesoro aportó casi la mitad de los billetes, mientras el Banco Central reforzaba su presencia en futuros para intentar dar sensación de control.
El dólar mayorista cerró el viernes en $1.355, apenas $7,50 por debajo del jueves, tras arrancar la semana en $1.380. Según el economista Salvador Vitelli, de Romano Group, “desde el martes podría decirse que volvió el crawling peg”, haciendo alusión a una devaluación administrada similar a etapas pasadas de la política cambiaria argentina.
El costo de la maniobra fue elevado: el Gobierno utilizó cerca del 30% de las reservas líquidas de US$1.669 millones que tenía disponibles.
Mercados en alerta
La reacción de los inversores fue inmediata y negativa. Los dólares vendidos estaban destinados originalmente a reforzar las reservas y cubrir futuros pagos de deuda. Como consecuencia, el riesgo país volvió a superar los 900 puntos, después de cerrar agosto en 829.
Leonardo Chialva, de Delphos Investment, advirtió: “Argentina quedó otra vez entre los países emergentes con peor desempeño. Mientras otros como Angola, Pakistán o Ecuador pagan tasas de 9% a 12%, nuestros bonos superan el 14%”.
Varios economistas coinciden en que la maniobra tenía un objetivo claro: llegar a las elecciones sin un salto brusco del dólar. La provincia de Buenos Aires funcionó como un test electoral nacional, y el mercado interpretó la estrategia como un movimiento de alto riesgo.
La consultora Outlier advirtió: “Si el resultado electoral es favorable, el Gobierno podría ganar algo de aire; pero una derrota contundente complicaría la transición hasta octubre, y la presión sobre el dólar volvería con fuerza, obligando a vender aún más reservas”.