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En La Rioja, el sueldo no alcanza: más pobreza, menos consumo y familias endeudadas

La crisis golpea fuerte en los hogares riojanos. El consumo se desploma, los niveles de pobreza se disparan y el endeudamiento familiar se convierte en la única forma de sostener gastos básicos. Mientras el Gobierno nacional habla de estabilización, en la calle la realidad muestra otra cosa: el salario ya no alcanza.



En La Rioja, como en gran parte del país, los efectos de la recesión económica se sienten con fuerza. Según los últimos datos del INDEC, la pobreza en la capital provincial trepó al 66,4 % durante el primer semestre de 2024, con un índice de indigencia del 15 %, ubicando a la provincia entre las más afectadas del país.

Esta situación crítica se refleja en los hábitos de consumo: el uso de combustibles cayó un 8,5 % en el último año, el doble que el promedio nacional. La venta de productos básicos en supermercados también se retrajo entre 4 % y 6 %, según cifras del sector privado, en una muestra clara de que las familias están ajustando sus gastos al límite.

A esta dinámica se suma un endeudamiento creciente. Informes recientes indican que el 45 % del presupuesto familiar riojano se destina al pago de servicios esenciales como luz, gas o seguros. El uso de tarjetas de crédito se ha vuelto habitual para financiar desde alimentos hasta medicamentos, una estrategia que permite llegar a fin de mes, pero que amenaza con convertirse en una trampa de deuda.

“En muchos hogares, el sueldo ya no cubre ni los gastos básicos. Las familias han cambiado sus hábitos, buscan precios más bajos, compran en grupo o dejan directamente de consumir ciertos productos”, explican desde el sector comercial. La caída del consumo también impacta en los comercios de cercanía, que ven reducida su clientela y enfrentan dificultades para sostener su actividad.

El panorama se agrava con la suba de tarifas de servicios públicos. En un contexto donde el 45 % del ingreso se va en facturas, y donde no hay paritarias que compensen la inflación real, cada ajuste oficial se traduce en más presión para los hogares.

Desde el Gobierno nacional aseguran que las variables macroeconómicas comienzan a ordenarse, pero en La Rioja —como en muchas provincias del interior— ese supuesto rebote aún no llega a las mesas familiares. Por el contrario, la sensación general es de resistencia, con estrategias de supervivencia cada vez más forzadas y con la pobreza avanzando a pasos acelerados.

La Rioja no es una excepción, pero tampoco es solo una cifra más en las estadísticas. Detrás de cada porcentaje hay miles de historias de esfuerzo, endeudamiento y privaciones. Mientras tanto, la economía mejora —dicen en los despachos oficiales—, pero en los barrios, la realidad muestra otra cara: el sueldo sigue sin alcanzar.

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