En Argentina, jubilarse no siempre significa dejar de trabajar. Según el INDEC, el 17% de los adultos mayores continúa en actividad laboral, un fenómeno que combina necesidad económica, desigualdad de género y, en algunos casos, elección personal.
La mayor participación laboral se da entre los 60 y 74 años, mientras que después de los 75 la actividad cae drásticamente. Entre las causas principales se encuentra la urgencia económica: uno de cada diez adultos mayores carece de cobertura previsional, y muchos jubilados reciben haberes insuficientes para cubrir sus necesidades básicas. La brecha de género también impacta: las mujeres cobran en promedio un 27% menos que los hombres.
Necesidad versus elección: la doble cara de trabajar en la vejez
No todos trabajan por obligación. Algunos siguen activos por placer o identidad profesional: docentes que continúan enseñando, profesionales que mantienen su práctica o emprendedores que siguen con sus proyectos. Según especialistas del Centro de Cuidado Hirsch, “continuar trabajando puede ser positivo cuando es elección, estimulando la mente, los vínculos sociales y el sentido de utilidad. Cuando es obligación, genera desgaste y angustia”.
Los datos muestran el contraste: en hogares más pobres se trabaja por necesidad; en hogares más acomodados, por elección. Historias como la de Ángela, docente de 69 años que sigue dando clases particulares por pasión, y Héctor, exempleado de comercio de 73 años que trabaja en un estacionamiento para llegar a fin de mes, reflejan esta tensión.
Un sistema previsional en crisis
Para el sociólogo Manuel Zunino, esta realidad evidencia un sistema previsional debilitado y desigualdades persistentes: “Trabajar en la vejez debería ser una opción, no una obligación”. El exministro Marcelo Villegas advierte que el sistema de reparto no se adapta a la mayor longevidad de la población y necesita reformas profundas en los frentes impositivo, laboral y jubilatorio.
Aunque las moratorias previsionales permiten acceder a jubilaciones mínimas, muchas veces obligan a los adultos mayores a seguir trabajando. La situación no es exclusiva de Argentina: países como Chile, Perú y México presentan tasas similares de adultos mayores en actividad laboral.
Envejecer con sentido: un desafío colectivo
Expertos destacan la necesidad de alternativas culturales y comunitarias que no dependan solo del trabajo. La jubilación sin retiro refleja la crisis económica, las desigualdades y la precarización laboral. El desafío es garantizar que jubilarse signifique descansar y que quienes quieran seguir activos lo hagan por elección, no por obligación.
Las historias de Ángela, Héctor y Norma muestran que envejecer trabajando puede ser oportunidad o condena. La sociedad enfrenta un reto central: recuperar el derecho al descanso y la dignidad en la vejez.
