Un informe de la Defensoría de la Tercera Edad expuso la brutal brecha entre lo que cuesta sobrevivir y lo que perciben los jubilados.
La Canasta Básica del Jubilado trepó en octubre a $1.514.074, un salto del 26,1% en apenas seis meses frente a los $1.200.523 que costaba en abril. El relevamiento muestra cómo los adultos mayores destinan la mayor parte de sus ingresos a medicamentos (27% del gasto, $402.880), alimentos (23%, $348.000) y vivienda (19%, $294.000), dejando muy poco margen para el resto de sus necesidades.
El contraste con los ingresos jubilatorios es dramático: mientras la canasta supera el millón y medio, la jubilación mínima con bono llega apenas a $390.214, lo que deja a 4,5 millones de jubilados en una situación de extrema vulnerabilidad.
La brecha también golpea a quienes perciben la Pensión Universal para Adultos Mayores y otras pensiones no contributivas, que con bono alcanzan apenas $326.222.
Según el informe, la realidad es clara: los jubilados no pueden cubrir sus necesidades básicas con los haberes actuales, y la precariedad de su situación se profundiza mes a mes.