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La crisis se siente y mucho en La Rioja: cada vez más familias recurren a carcasas, alitas y menudos para llegar a fin de mes

En medio de una crisis económica que golpea con fuerza, los bolsillos de los riojanos están al límite. En la capital provincial, cada vez más vecinos optan por cortes de pollo más económicos como carcasas, alitas y menudos, en una clara señal de cómo se resiente el consumo básico. Llegar a fin de mes se volvió una hazaña diaria.



La tendencia, que ya se observaba en Buenos Aires y otras grandes ciudades, se replica con fuerza en La Rioja Capital. Comerciantes del rubro avícola aseguran que la demanda por estos productos “económicos” se disparó en los últimos meses, a raíz de los bajos sueldos, el desempleo creciente y la pérdida del poder adquisitivo.

“Antes vendíamos menudos solo a algunos clientes que los pedían para hacer caldo o sopas. Hoy vienen familias enteras a buscarlos porque no pueden pagar otra cosa”, cuenta Darío, dueño de una granja ubicada en el centro de la ciudad. “Se llevan carcasas, alitas, lo que alcance. La pechuga, que era de consumo habitual, ya es un lujo”, agrega.

Martín Gómez, empleado de una pollería en el barrio 4 de Junio, confirma el fenómeno: “Ahora viene mucha gente que antes compraba pollo entero o en presas. Pero con lo que sale, ya no llegan. Vienen con $5.000 o $6.000 y se van con menudos para hacer rendir en guisos y sopas”.

La situación también se refleja en las largas filas que se forman en algunas granjas. María, una jubilada de 70 años, espera bajo el sol para comprar 10 kilos de carcasas por $7.800. “Con eso me arreglo toda la semana. Mi marido hace changas porque con la jubilación no nos alcanza ni para los remedios”, explica.

Sabrina, de 36 años, trabaja como administrativa en un local de ropa, y cuenta que elige alitas porque es lo único que le puede dar a su hija que le guste y esté dentro de su presupuesto. “Me encantaría llevarle algo mejor, pero con mi sueldo no llego. Todo sube, menos nuestros ingresos”, lamenta.

Mientras el gobierno nacional insiste en que la inflación está bajando y celebra medidas macroeconómicas, en La Rioja Capital la realidad cotidiana dice otra cosa: cada vez más familias deben optar por lo más barato para poder llenar el plato. La mesa de los riojanos se achica, y con ella, la dignidad de un pueblo que lucha por sobrevivir.

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