Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados y una de las voces más estridentes del oficialismo libertario, brindó este martes una entrevista a Multiplataforma Fénix en la que dejó un tendal de frases polémicas.
Fiel al estilo del gobierno de Javier Milei, Menem eligió el camino de la confrontación y la descalificación, pero evitó cualquier atisbo de autocrítica o responsabilidad por la situación crítica que atraviesa el país.
En su embestida, el legislador apuntó con fuerza contra la dirigencia de La Rioja, su provincia natal. Denunció que “la política vive en otra galaxia”, que hay “una cooperativa de poder sin fines lícitos” y que “La Rioja está secuestrada”. Sin embargo, omitió mencionar que él mismo forma parte de una familia con historia política en la provincia, y que ocupa uno de los cargos más importantes del país gracias al mismo sistema que ahora desprecia.
Menem celebró que “los insensibles del gobierno de Milei sacaron a 11 millones de personas de la pobreza”, una afirmación que no resiste ni el más mínimo análisis. Con índices de indigencia en aumento, caída récord del consumo, cierre de comercios y una licuación sin precedentes del poder adquisitivo, resulta por lo menos ofensivo decir que el país está mejor. La única sensibilidad que muestra el oficialismo es para ajustar al que menos tiene.
También responsabilizó al kirchnerismo por los bajos haberes de los jubilados, pero justificó que no habrá aumentos por ley sino “por productividad”. ¿Qué productividad puede generar una persona de 80 años que aportó toda su vida? ¿Cuál es la idea de justicia que manejan quienes gobiernan?
Mientras acusa a otros de vivir del Estado, Menem no dice nada del presupuesto millonario del Congreso ni del uso discrecional de recursos nacionales para disciplinar provincias. ¿No es acaso una forma de “ayudita” también?
En su discurso, repite lugares comunes del mileísmo: el Estado es el enemigo, la culpa siempre es de los anteriores, y cualquier intento de crítica es tildado de “mentira”. Pero detrás de las frases rimbombantes, no hay respuestas concretas ni mejoras visibles para la ciudadanía.
Martín Menem eligió jugar al comentarista de la realidad, olvidando que forma parte del poder y tiene responsabilidades. Mientras tanto, en la Argentina real, la pobreza crece, los salarios se pulverizan y la bronca también se acumula. El problema no es que falte relato. El problema es que sobra cinismo.