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La victoria electoral en CABA fortalece el proyecto reformista de Milei, aunque el peronismo sigue siendo una amenaza latente

Una inflación más baja genera mayor popularidad, y esa popularidad se traduce en poder, que a su vez contribuye a mantener la inflación bajo control.


La victoria electoral en la Ciudad afianza el proyecto reformista de Milei, pero la sombra del peronismo inquieta. (Foto: REUTERS/Tomas Cuesta)

En la mayoría de los países, unas elecciones de medio término para renovar parte de la legislatura de una ciudad suelen pasar desapercibidas para presidentes y mercados. Sin embargo, en Argentina esto fue distinto. Javier Milei, el presidente libertario del país, convirtió a su vocero en el principal candidato de su fuerza en las elecciones del 18 de mayo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, transformando estos comicios en un plebiscito sobre su gestión. Su partido alcanzó un 30% de los votos, superando al peronismo de izquierda, que obtuvo un 27%, y al PRO de centro-derecha, que alcanzó el 16%, partido del expresidente Mauricio Macri. Como reacción, las acciones argentinas se dispararon y los bonos soberanos mejoraron. Luego de vencer a Macri en su propio territorio, Milei busca ahora dejarlo fuera de juego, en su intento de absorber al PRO antes de las elecciones legislativas nacionales en octubre.

Desde que Milei ganó las elecciones presidenciales a fines de 2023 como un outsider combativo, la política argentina no ha dejado de cambiar. Ha implementado recortes en el gasto público y logrado reducir significativamente la inflación. En abril, además, impulsó una flotación parcial del peso argentino. No obstante, el historial económico del país es complicado, y las medidas adoptadas por Milei aún enfrentan importantes desafíos.

Para un reformista como él, mantener al peronismo alejado del poder es una tarea constante. Un gobierno débil y un peronismo renovado, incluso a nivel legislativo, pueden generar incertidumbre en los mercados y descontrolar la economía. La reciente victoria electoral es un impulso, aunque la participación alcanzó solo un 53%, el nivel más bajo desde que el voto es obligatorio.

De este escenario se desprenden dos puntos clave. Primero, es probable que la campaña política se vuelva más agresiva y sucia. Milei ha adoptado una estrategia de atacar duramente a sus adversarios, con la prensa como objetivo principal. Su lema actual es “La gente no odia lo suficiente a los periodistas”. Además, su vocero recibió importantes anuncios oficiales justo antes de las elecciones, mientras que un video falso creado con inteligencia artificial circuló en redes, mostrando supuestamente a Macri apoyando al partido de Milei para frenar al peronismo. Este material fue difundido por cuentas asociadas al presidente, incluida una vinculada a su asesor de comunicación.

El segundo punto es que el gobierno continuará apostando a que controlar la inflación es la clave del éxito electoral. Tras permitir la flotación controlada del peso, con apoyo del FMI, se esfuerzan por fortalecer la moneda para evitar su depreciación, que podría disparar la inflación.

Las tasas de interés se mantienen altas, y el gobierno flexibiliza reglas para incentivar a inversores extranjeros a cambiar dólares por pesos mediante operaciones de “carry trade”. Además, una exención fiscal temporal está motivando a los exportadores de soja a liquidar rápidamente sus cosechas, lo que también fortalece el peso. El Banco Central informó que no comprará dólares para aumentar sus reservas hasta que el peso alcance un límite de 1000 por dólar y, según fuentes, ha intervenido en el mercado de futuros para sostener la moneda.

Se han flexibilizado normas relacionadas con la evasión fiscal para incentivar la reintroducción en la economía formal de aproximadamente 270.000 millones de dólares que se mantienen fuera del sistema.

Por ahora, esta estrategia parece funcionar. La depreciación tras la flotación fue moderada, y en abril la inflación mensual bajó al 2,8%. Milei podría aprovechar esta dinámica positiva, ya que el optimismo de los mercados tras su triunfo fortalece los bonos soberanos y la confianza en el peso, evitando una depreciación inflacionaria. Si la inflación continúa descendiendo, el presidente podría lograr una victoria contundente en las elecciones de octubre.

Pero el equilibrio es frágil. El peso sigue siendo fuerte y por eso vulnerable a caer, especialmente una vez finalizada la cosecha en julio. Milei probablemente busca postergar cualquier ajuste hasta después de las legislativas. Un peso fuerte también hace que las exportaciones pierdan competitividad.

El Banco Central se rehúsa a comprar dólares para reponer reservas justo cuando debe conseguir unos 5000 millones de dólares antes de mediados de junio para cumplir con el nuevo acuerdo con el FMI. Para ello prepara nuevos préstamos, pero esto solo posterga el problema.

Otro riesgo es que el peronismo, que ganó terreno en la Ciudad de Buenos Aires, logre un buen resultado en las elecciones legislativas. Eso podría generar temor en la población, provocar una fuga del peso y desatar inflación. Por ahora, estas amenazas no han disminuido el entusiasmo de Milei.

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