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Lorenzetti alerta un “fin de ciclo democrático” y exige reformas urgentes para evitar el colapso

En una extensa entrevista con Tomás Rebord en Blender, el juez de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti lanzó una advertencia contundente: el sistema democrático “está agotado” y atraviesa un momento crítico tanto en la política como en la Justicia. Según el magistrado, Occidente sufre un “deterioro institucional” que se profundiza ante la incapacidad de actualizar las reglas del juego y la creciente presión por colonizar los tribunales con aliados políticos.



Lorenzetti defendió un Poder Judicial alineado estrictamente con la Constitución —especialmente en materia de derechos sociales, derechos humanos y sistema jubilatorio— y marcó una diferencia entre el rol de la Corte y un Poder Judicial que, aseguró, necesita reformas profundas y ya impostergables.

Crisis de representación, microidentidades y un Estado desbordado

Para el ministro de la Corte, el siglo XX estuvo dominado por un Estado “padre protector” que con el tiempo mutó en un “padre fracasado”, incapaz de responder a los desafíos económicos, ambientales y tecnológicos. Esa frustración, dijo, desembocó en un nuevo fenómeno social: un “padre enojado” que expresa el malestar generalizado.

A esto se suma una representación política cada vez más débil, dirigentes que ganan con porcentajes mínimos y discursos divorciados de la realidad. La fragmentación social —lo que Lorenzetti define como “microidentidades”— pulverizó las viejas estructuras partidarias y alimentó un caos sistémico.

El avance tecnológico y las nuevas herramientas de control social, como los sistemas de puntaje ciudadano en China, completan un escenario en el que la digitalización acelerada dejó a muchos sectores afuera y desplazó a las instituciones tradicionales como centros de poder.

Reformular la democracia o aceptar su desgaste

Lorenzetti retomó la tesis de Cómo mueren las democracias para remarcar que los regímenes democráticos rara vez caen por golpes de Estado: se deterioran por “inanición”, cuando la ciudadanía pierde entusiasmo y aparece la desilusión.

“No es Milei: la sociedad está enojada”, sostuvo, al analizar los fenómenos electorales recientes. Para él, la dirigencia política se resiste a la autocrítica y eso impide abrir los debates que podrían revigorizar el sistema, actualizar sus reglas y recuperar legitimidad.

Macri, Carrió y las internas durante Cambiemos

El juez también repasó su relación con el gobierno de Mauricio Macri, a la que definió directamente como “mala”. Acusó a Elisa Carrió de haberlo atacado de forma sistemática para desplazarlo de la presidencia del tribunal.

Recordó fallos emblemáticos —como los vinculados a coparticipación y la negativa a tomar juramento a jueces designados por decreto— y reivindicó su voto en disidencia en el caso del 2×1: “Fue una tragedia, la peor crisis de la Corte”.

Sobre la causa Vialidad, aseguró que la intervención del tribunal fue mínima y señaló que la mayoría de los recursos penales no llegan a la Corte por no plantear cuestiones constitucionales.

Por qué nunca saltó a la política

Lorenzetti repasó su llegada al máximo tribunal tras la renovación impulsada por Néstor Kirchner y destacó el respaldo parlamentario a su designación. Afirmó que siempre mantuvo independencia y que, aunque recibió propuestas en distintos momentos, jamás consideró lanzarse a la política.

Antes de cerrar, insistió en un mensaje central: el equilibrio entre poderes exige respetar la Constitución y evitar que cada nuevo gobierno intente reescribir las reglas. La estabilidad institucional, subrayó, es un pilar del contrato social y un requisito indispensable para revitalizar la democracia.

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