La elección de este domingo en la provincia de Buenos Aires dejó de ser un simple test legislativo: Javier Milei la transformó en un referéndum anticipado sobre su gobierno.
Enfrentado a Axel Kicillof en su propio territorio y con la campaña nacionalizada al extremo, el Presidente se juega gran parte de su capital político en el distrito más hostil y más decisivo del país.
Milei baja al barro en su peor momento
Lejos de correrse, Milei eligió exponerse y ponerle épica a la votación: cerrarle la puerta al “último bastión kirchnerista”. Pero la jugada llega en un contexto complejo: inflación persistente, dólar bajo presión y un malestar social creciente. A eso se suma un clima de apatía que amenaza con una abstención récord.
El contraste es claro: el oficialismo intenta polarizar, pero el gran rival podría no ser Kicillof, sino el desinterés ciudadano.
Kicillof, beneficiado por el ring que armó Milei
En el mapa bonaerense, dos secciones (Primera y Tercera) concentran tres cuartos del padrón y definen la suerte de cualquier elección. Ahí se juega el partido. Y aunque Cristina Kirchner se mantenga al margen, Milei puso a Kicillof en el centro de la escena, dándole un protagonismo inesperado en plena campaña.
Economía floja y un escándalo que pega de lleno
El Gobierno perdió la oportunidad de llegar con oxígeno: las reservas se diluyen, las intervenciones en el mercado cambiario superan los 500 millones de dólares y la inflación sigue siendo un dolor de cabeza.
Como si eso fuera poco, el affaire Spagnuolo –con audios filtrados que rozan a Karina Milei y denuncias por manejos turbios en la ANDIS– golpeó la línea de flotación oficialista. Una encuesta de Management & Fit mostró que el 94,5% de los votantes ya conoce el escándalo y más del 70% lo considera grave. Aunque muchos aseguran que no definirá su voto, el daño en la imagen presidencial ya está hecho.
El lunes hablan los mercados
El resultado bonaerense tendrá repercusión inmediata. Una derrota ajustada podría ser presentada como triunfo moral. Pero si Milei pierde por margen amplio, el golpe político será duro y el camino a octubre puede convertirse en un calvario.
En pocas palabras: Milei decidió jugarse todo en Buenos Aires. El problema es que llega con la economía tambaleando, con escándalos internos y con un electorado cada vez más cansado. Si gana, será un golpe al kirchnerismo. Si pierde, la derrota puede marcar un quiebre en su gobierno.