El Gobierno de Javier Milei ejecutó el mayor nivel de gasto en una década durante el primer semestre de 2025. Según datos de la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP), ya se usó el 45% del presupuesto anual, cinco puntos por encima del promedio histórico. Si la tendencia sigue, el segundo semestre obligará a tomar decisiones incómodas: o se recorta más, o se amplía el gasto.
Aunque el gasto aún está dentro de los créditos vigentes (basados en la prórroga del presupuesto 2023-2024), el margen es cada vez más estrecho. Con el nuevo paquete fiscal en danza y la necesidad de sostener el superávit del 1,6% del PBI, el Gobierno podría tener que elegir entre ajustar más fuerte o patear el tablero y pedir más fondos.
¿Hasta dónde llega el “no hay plata”?
ASAP advirtió que los $126 billones presupuestados podrían no alcanzar si se mantiene el ritmo de ejecución actual. Y si eso ocurre, el oficialismo deberá decidir: ¿achique más agresivo, suba de ingresos o ampliación del crédito presupuestario?
La paradoja es que, mientras Milei se jacta del equilibrio fiscal, el superávit tiene letra chica. En abril, el Gobierno cerró con números en verde gracias a ingresos extraordinarios del BCRA. Sin ese empujón, el resultado sigue siendo positivo, pero con menos aire.
Resultado primario: $6,73 billones
Resultado financiero: $1,64 billones
Un contraste fuerte con el primer semestre de 2023, cuando el déficit financiero superaba el 34% de los ingresos totales. La administración Milei logró una reconfiguración fiscal inédita, pero a costa de licuar jubilaciones, ajustar obra pública y frenar pagos.
Ahora, la pregunta es si ese modelo es sostenible en el tiempo o si el relato del “equilibrio fiscal” empezará a chocar con la realidad política y social del segundo semestre.
