En Mar del Plata, Julieta lucha contra la desidia del Estado para cuidar a su hijo Santiago, que necesita asistencia médica constante y costosa.
Entre los recortes en el área de discapacidad, la madre se vio obligada a vender rifas para cubrir los gastos de su hijo, electrodependiente debido a una grave patología medular. Santiago ha atravesado 74 cirugías, un trasplante de riñón y convive con epilepsia, hidrocefalia con difusión valvular y anemia.
Una lucha diaria por sobrevivir
“Santi sobrevive todos los días”, contó Julieta a C5N. Adaptó un cuarto de su casa con equipos médicos y aparatos de control, esenciales para la atención diaria de su hijo.
La necesidad inmediata de insumos ortopédicos, como una silla de ruedas a motor, la llevó a organizar rifas. “Él no tiene tiempo de esperar cuatro años por un insumo ortopédico. Vivimos el momento, y es muy agotador”, explicó. Además, denunció la falta de respaldo de la obra social: “Cada insumo cuesta más de 100 mil pesos, y tenemos que pelear por cada cobertura”.
Filas interminables en ANDIS
El caso de Julieta no es aislado. En la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), decenas de personas esperan desde la madrugada para actualizar pensiones y reclamar ayudas suspendidas sin notificación previa.
“Sentimos impotencia, algunos están solos, otros no pueden trasladarse. La pensión es lo único que ayuda a mi suegra a tener ingresos”, relató una de las personas en la puerta del organismo en Monserrat, Ciudad de Buenos Aires.
La historia de Julieta y Santiago refleja la crisis del sistema de discapacidad, donde familias deben ingeniárselas para cubrir necesidades básicas y médicas ante la falta de respuesta del Estado.