El decreto de Javier Milei, que eliminó temporalmente las retenciones al agro, terminó siendo un regalo millonario para las grandes exportadoras. En apenas 48 horas, un puñado de multinacionales copó el cupo y embolsó ganancias astronómicas, mientras los productores quedaron mirando desde afuera y el Estado resignó recursos clave.
El decreto que abrió la caja fuerte
El Decreto 682/2025, publicado el 22 de septiembre, suspendió las retenciones a granos y subproductos hasta el 31 de octubre —o hasta alcanzar los USD 7.000 millones en Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE). La idea oficial era acelerar la llegada de dólares al país, pero la movida funcionó más como un bono express de liquidez para los gigantes cerealeros.
Carrera contra el tiempo
En dos días, empresas como Bunge, Louis Dreyfus, COFCO, Cargill, ADM, AGD y la ACA coparon el cupo. Declararon exportaciones con mercadería que ya tenían comprada —y que habían adquirido pagando retenciones—, pero la vendieron al exterior sin tributar un peso. Resultado: 1.500 millones de dólares de ganancia extra.
Productores y Estado, afuera
Ni los chacareros vieron un peso más en el precio de sus granos, ni el Tesoro pudo recaudar lo que le correspondía. El mecanismo fue simple: las cerealeras se aseguraron posiciones en soja y maíz a contrarreloj, confiadas en que luego comprarían la mercadería a valores con retenciones incluidas.
El costo oculto
Analistas advierten que el Estado podría aplicar la Ley Martínez Raymonda, que habilita a revisar las DJVE y validar solo operaciones respaldadas por granos efectivamente comprados. Pero hasta ahora, ni Milei ni Caputo parecen dispuestos a mover un dedo.
La jugada, presentada como un alivio para las reservas del Banco Central, terminó siendo un picnic financiero para las cerealeras. Mientras tanto, los productores y el Estado argentino se quedaron con las manos vacías.